Movimiento feminista y LGBTI
Desde finales de la dictadura, el movimiento feminista fue un aliado de la lucha homosexual. En Andalucía, por señalar un par de ejemplos, las acciones de la Unión Democrática de Homosexuales (UDH) de Málaga en 1977 contó con el apoyo de la Asociación Democrática de la Mujer Andaluza (ADMA) y en Sevilla, y el Frente Homosexual de Acción Revolucionaria (MHAR) en 1978 y 1979 contó con el apoyo no sólo de ADMA “María Pineda” sino también con la de la Organización para la Liberación de la Mujer (OLM) y la Organización Autónoma para la Liberación de la Mujer “Prímula”, especialmente combativa en aquellos años.
Pero en los últimos años algo de esta complicidad y apoyo mutuo ha saltado por los aires, generándose una tensión palpable entre parte del movimiento feminista y el ampliado movimiento LGTBI.
Buscar culpas o denunciar discursos machistas en el movimiento LGTBI u homófobos o tránsfobos en el movimiento feminista, lejos de ayudarnos a comprender y superar estas diferencias, supone favorecer la agenda mundial contra la igualdad promovida desde la ultraderecha y sus grupos ultraconservadores religiosos (tanto dentro del cristianismo con evangélicos, católicos y ortodoxos como dentro del islam y del judaísmo)
Con el paso de los años, el movimiento fue ampliándose, incluyendo a las mujeres homosexuales (lesbianas), hombres y mujeres bisexuales, hombres y mujeres transexuales y por último a las personas intersexuales. Afortunadamente, el liderazgo real del movimiento LGTBI cuenta con voces muy potentes de mujeres lesbianas y transexuales, que han enriquecido el debate y la prioridad de nuestras luchas. No es baladí que, en organizaciones como la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), el liderazgo de las mujeres ha sido fundamental, aportando un discurso feminista a la lucha LGTBI más que necesario
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